Para que el sistema de frenos de un
vehículo pueda cumplir su cometido tiene necesariamente que ejecutar o
realizar dos funciones, sin cualquiera de las cuales esto sería
imposible: La primera función es convertir la energía cinética o del
movimiento del vehículo en otra forma de energía, el calor. Esto se
logra como consecuencia del roce entre un elemento móvil del conjunto de
frenado, como es el tambor o el disco, contra un elemento fijo, como es
el forro de freno, ya sea como balata adherida a una zapata o
“pastilla” a unas pinzas.
La segunda función es la de disipar el
calor en el medio ambiente, es decir transferir la energía al aire que
circunda al vehículo. De este modo al transferirse calor al ambiente se
está restando energía cinética al móvil y como esta depende tanto de la
masa como de la velocidad y la primera permanece constante, lo que este
pierde es velocidad, justamente lo que se pretende.
Ahora bien, ¿Qué sucede con el calor que
no puede ser recibido instantáneamente por el aire circundante?.
Simplemente se queda momentáneamente en el conjunto de frenado calentándolo. Lógicamente que si se persiste en la aplicación de los
frenos los conjuntos de frenado se van calentando más y más hasta que
llega el instante en que ya no pueden aceptar más calor, es en esos
momentos cuando se produce lo que alguien dio en llamar el
“desvanecimiento” de los frenos, es decir la pérdida total de la
capacidad de estos para producir el efecto para lo cual fueron creados,
es decir para disminuir la velocidad y llegar hasta la detención del
vehículo. Claro que en
realidad la capacidad de frenado se va perdiendo
gradualmente y el conductor podría darse cuenta de que con cada frenada o
con cada minuto que mantenga presionado el pedal del freno este se va
poniendo más duro y el vehículo se refrena cada vez menos.
El término “desvanecimiento” utilizado
para explicar el fenómeno de la pérdida de frenado, se basa
fundamentalmente en lo inexplicable que resulta al ignorante la pérdida
de capacidad de frenado.
Los vehículos de carga, camiones y buses,
incluso taxibuses, tienen sistemas como el freno de motor y los
retardadores, que tienen por objeto producir el refrenado del vehículo y
por su intermedio preservar los frenos sobre las ruedas; esos de
balatas y discos y discos y pastilla, para parar en casos de emergencia o
para detenerse cuando por diversas razones haya que hacerlo.
Como se entenderá, es de una importancia
vital que todos los conductores conozcan a cabalidad todo lo relacionado
con los frenos y retardadores, ya que estos sistemas están directamente
relacionados con la seguridad, siendo los únicos capaces de detener un
vehículo y evitar un accidente que de otra manera sería inevitable.
Es de responsabilidad de la autoridad el
asegurarse de que todos los conductores de vehículos motorizados
conozcan todo sobre la materia, la misma responsabilidad les cabe a los
empresarios del transporte con respecto a sus chóferes. Es importante
que a estos se les entregue el respectivo manual del conductor,
ya que los fabricantes incluyen en él todo lo que este debiera saber,
tanto para operar y conducir adecuadamente, como para solucionar algún
pequeño gran problema que pueda producirse en cualquier momento del
viaje.
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